Afuera no sé si está lloviendo, ni sé si hay viento, lo
único de que estoy seguro es que es invierno, que las nubes oscurecen y que los
cielos comienzan a emanar entre su silencio aquellas gotas de lluvia que se
precipitan hacia los caminos del viento.
Afuera es invierno, de nuevo, y como siempre estoy seguro
que saldré de donde estoy y miraré las calles, sentiré el correr del aire y
dibujaré una sonrisa de aquellas que pocas veces suelo expresar. Es que es
curioso, pero soy uno de esos tantos que les alegra el invierno, que los
emociona, que genera algo especial en mi interior y que ocasiona que quiera
caminar y caminar hasta que llueva, ¡mejor aún!, me encanta ese detalle, que
los suelos se conviertan en espejos gigantes que reflejen esa Lima cargada de
sueños, que mi reflejo sea parte de ese escenario tantas veces visto pero no
entendido.
Afuera es invierno, y nuevamente caminaré para querer soñar,
para hablar conmigo mismo, sonreír y también lamentarme; es que estar entre el
frío es sinónimo de mezclar emociones, desde recuerdos hermosos, así como los
más tristes, y tambien viceversa. A veces creo cuando llegamos a esta estación
del año, que es el tiempo de pensar en lo que hemos vivido y lo que nos falta
vivir, es que justo el cambio y eso del solsticio y el movimiento de traslación
(no sé si digo lo correcto), ocurre a puertas de ingresar al medio año, fecha
exacta para saber si estamos por un buen camino, si hemos salido de él, o ni
siquiera hemos comenzado a recorrerlo. El frío hace que caminemos, o que nos
quedemos en casa, y eso genera que de algún modo tengamos que ver hacia afuera,
a través de la ventana alguno que otro detalle que estamos viviendo.
Por mi parte ocurre eso, el invierno me ayuda a pensar, mis
errores y aciertos, mis alegrías y penas, repaso cual bitácora cada cosa que
voy viviendo, incluso, pienso en aquello
que pensé en el invierno pasado. Si, tómenme de loco, pero siempre pasa lo
mismo, al menos recuerdo que el invierno pasado y entre una ligera llovizna
pensé en mi futuro, no como periodista, sino como escritor, pensaba en mi
novelita que deseaba terminar para antes de la primavera, y sobre todo en lo
que se podía acercar antes de que se acabe el año 2012. ¿Cambios?, pues sigo
ejerciendo mi carrera de periodista, y la novelita inconclusa… bueno, quedó con
ese adjetivo.
Ya es hora de irme, apagaré la máquina y sencillamente
sujetaré el cierre de mi casaca, lo subiré hasta la altura de mi cuello y
colgaré mi morral eterno sobre mi hombro
derecho, me despediré de mis compañeros y finalmente me iré colocando mis manos
al bolsillo, saldré a la calle y sentiré a ese amigo mío llamado invierno,
caminaré y pensaré otra vez, desearé que no sea tan frío el ambiente y sin más
volveré a casa para seguir pensando, tal y como el invierno pasado, que todo
irá mejor, que lograré las cosas que no he podido lograr hasta este momento, la novelita, y el camino correcto, estoy seguro que si, que lo haré (eso espero) al menos eso recuerdo, que dije que este invierno sería menos frío que el anterior (citando a Los Prisioneros) pero aquí
estoy, congelándome, al menos hasta ahora si.