jueves, 4 de julio de 2013

Recuerdo cuando dije que este invierno….



Afuera no sé si está lloviendo, ni sé si hay viento, lo único de que estoy seguro es que es invierno, que las nubes oscurecen y que los cielos comienzan a emanar entre su silencio aquellas gotas de lluvia que se precipitan hacia los caminos del viento.

Afuera es invierno, de nuevo, y como siempre estoy seguro que saldré de donde estoy y miraré las calles, sentiré el correr del aire y dibujaré una sonrisa de aquellas que pocas veces suelo expresar. Es que es curioso, pero soy uno de esos tantos que les alegra el invierno, que los emociona, que genera algo especial en mi interior y que ocasiona que quiera caminar y caminar hasta que llueva, ¡mejor aún!, me encanta ese detalle, que los suelos se conviertan en espejos gigantes que reflejen esa Lima cargada de sueños, que mi reflejo sea parte de ese escenario tantas veces visto pero no entendido.

Afuera es invierno, y nuevamente caminaré para querer soñar, para hablar conmigo mismo, sonreír y también lamentarme; es que estar entre el frío es sinónimo de mezclar emociones, desde recuerdos hermosos, así como los más tristes, y tambien viceversa. A veces creo cuando llegamos a esta estación del año, que es el tiempo de pensar en lo que hemos vivido y lo que nos falta vivir, es que justo el cambio y eso del solsticio y el movimiento de traslación (no sé si digo lo correcto), ocurre a puertas de ingresar al medio año, fecha exacta para saber si estamos por un buen camino, si hemos salido de él, o ni siquiera hemos comenzado a recorrerlo. El frío hace que caminemos, o que nos quedemos en casa, y eso genera que de algún modo tengamos que ver hacia afuera, a través de la ventana alguno que otro detalle que estamos viviendo.

Por mi parte ocurre eso, el invierno me ayuda a pensar, mis errores y aciertos, mis alegrías y penas, repaso cual bitácora cada cosa que voy viviendo, incluso,  pienso en aquello que pensé en el invierno pasado. Si, tómenme de loco, pero siempre pasa lo mismo, al menos recuerdo que el invierno pasado y entre una ligera llovizna pensé en mi futuro, no como periodista, sino como escritor, pensaba en mi novelita que deseaba terminar para antes de la primavera, y sobre todo en lo que se podía acercar antes de que se acabe el año 2012. ¿Cambios?, pues sigo ejerciendo mi carrera de periodista, y la novelita inconclusa… bueno, quedó con ese adjetivo.

Ya es hora de irme, apagaré la máquina y sencillamente sujetaré el cierre de mi casaca, lo subiré hasta la altura de mi cuello y colgaré mi morral eterno  sobre mi hombro derecho, me despediré de mis compañeros y finalmente me iré colocando mis manos al bolsillo, saldré a la calle y sentiré a ese amigo mío llamado invierno, caminaré y pensaré otra vez, desearé que no sea tan frío el ambiente y sin más volveré a casa para seguir pensando, tal y como el invierno pasado, que todo irá mejor, que lograré las cosas que no he podido lograr hasta este momento, la novelita, y el camino correcto, estoy seguro que si, que lo haré (eso espero) al menos eso recuerdo, que dije que este invierno sería menos frío que el anterior (citando a Los Prisioneros) pero aquí estoy, congelándome, al menos hasta ahora si.